Recuerdo que cuando era niña que mi padre pensaba y decía siempre que era demasiado sensible para dedicarme a una profesión en la cual ayudara a las personas, el motivo, porque cuando sentía la necesidad de llorar, lloraba. Cuando fui creciendo supe responderle y decirle, que de no ser por mi sensibilidad, jamás podría haberme dedicado a trabajar con personas. Pongo mi ejemplo, como otro ejemplo más, porque seguro que todos tenemos algún ejemplo. Cada época una educación. Se fuerte, no llores...cuantas veces lo habremos escuchado, y lo seguimos escuchando. Que importante es educar para cambiar malas costumbres y eliminar prejuicios.
Mi padre como otros muchos padres y madres de esa generación no tuvieron oportunidad de expresar sus emociones, sus prioridades en ese momento eran otras, pero algo sí que aprendió y me enseñó y de hecho con esas palabras ya me lo estaba transmitiendo, su gran empatía. !Gracias papá!