Estos días he empezado a darme cuenta de lo mucho que me encanta comunicar, comunicar lo que siento, comunicar mis conocimientos, comunicar lo que pienso, transmitir mis ganas de vivir, mi energía, mi ilusión por las cosas y mi motivación, no es fácil, porque el final del día es agotador. Con el tiempo aprendes a guardar energía para ti, a repartirla sí, pero a dejar un riconcito para ti y los tuyos, sobretodo cuando en casa tienes a alguien que cuando llegues te va a recibir con una maleta repleta de energía y vitalidad y tu, por supuesto, aunque ya no puedas más, sacarás energía de todos los rincones de tu cuerpo, para poder jugar e imaginar, para poder reír y compartir momentos maravillosos, momentos únicos e inolvidables, momentos, sin los cuales, la vida a veces perdería valor.
Compartir y comunicar, al fin y al cabo dos términos con una misma esencia, quien comunica comparte, porque hace al que escucha partícipe de lo que dice y cuando se comparte, por supuesto se tiene en cuenta a la otra persona, sería imposible compartir con uno mismo.
Cuando estudiamos, vamos a seminarios, conferencias, etc. encontramos de todo, buenos informadores y buenos comunicadores, no sé a vosotros, pero a mi me quedan siempre en el recuerdo los buenos comunicadores, aquéllos que consiguen conectar con el público, con las emociones de los oyentes, aquellas personas cercanas que se igualan y unen a ti, sin juzgarte, sin valorarte, simplemente transmitiéndote lo que saben y dándote incluso la oportunidad de participar y dar tu opinión. Cualquier opinión es válida, porque de todo podemos aprender algo nuevo, aunque a veces pensemos que lo que vamos a decir no tiene valor o importancia, debemos decirlo, porque cualquier palabra puede ser una gran palabra, sobretodo si se dice con sentimiento, sobretodo si te sale del corazón.
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